Siento especial debilidad por los bulldog francés (de hecho, tengo una) y siempre que pasa alguno por la calle me quedo embobada mirándolo y normalmente no me fijo en el dueño.
Sin embargo, en este caso, el orden fue a la inversa. Primero me fijé en ella - por su naturalidad (¡y su sombrero!) - y después, para mi alegría, vi que tenía un "frenchie".
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